La Meta (en euskera metatu es amontonar) ha sido la forma de almacenar la mies, la paja o el heno, y así poderlo conservar durante todo el año.
Hoy en día al imponerse la mecanización las metas van desapareciendo y los horribles rollos de plastico se apilan alrededor del caserio modificando sustancialmente la estetica del paisaje.
Pero con una tecnica u otra la finalidad es la misma, tener reservas para aguantar en los momentos criticos...
De cara a una futura prueba en Octubre, el sábado me lancé muy tempranito al monte. Tenía ganas de kilómetros, de probarme, de pasar todo el día correteando por piedras, de olvidar una semana de más nervios de los normales, una semana anormal.
En mente tenía llegar hasta Tolosa, subiendo el Adarra y posteriormente el Ernio. Un recorrido que conozco muy bien, 65 kilómetros de disfrute.
Sin apenas desayunar salí de casa practicamente junto con el sol.
Rapidamente me alejé de Donosti, camino de Astigarraga. Me encontraba perfecto, corriendo siempre que podía, siempre que las duras rampas me lo permitian. Los primeros kilómetros son un autentico sube y baja.
Pasé Astigarraga, con 13 kilómetros ya en las patas, posteriormente Hernani. Y de aquí a Urnieta, kilómetro 20.
Rápido. Consciente de lo poco que habia desayunado para la pechada que me esperaba, dudo un instante en parar a comer algo. Pero solo un instante...Nada. Sigo. No recuerdo si meti algun gel en la mochila.
Comeré algo al bajar, ahora "voy bien".
En el propio pueblo de Urnieta comienza la subida al Adarra. 800 metros de desnivel. La podría describir metro a metro. Es como de la familia.
...el monte no se mueve, siempre está esperándote. Acudes a él sin saber como te va a tratar. No importa lo pequeño que sea, ni la de veces que lo hayas ascendido...te la puede jugar.
Dejo Urnieta. Los primeros kilómetros son por carretera asfaltada. Cuando las rampas no me lo impiden subo corriendo. Pero ya no voy tan bien.
Uff...dejo el asfalto y cojo la senda que me lleva hasta la cima. Lo más duro. Llevo casí tres horas y voy cada vez peor. Ahora bastante lento. Vacio. ¿donde estan mis fuerzas?
Encaro la última pala. 350 metros duros. Hoy interminables. Nunca antes había sufrido estos últimos metros, ni otros, de esta forma tan agónica. Llevo ritmo de himalayista.
Solo pienso en llegar a la cima.
Los metros finales son entre grandes piedras. Pierdo pie. No atino a avanzar derecho. Mareadillo.
Las personas que estan en la cima me ven llegar tambaleandome. Bonita imagen la mia de "montañero de postal".
Me siento despacito. No he sido capaz de saludar a nadie.
Meto la mano en la mochila buscando "algo". Algo comestible.
Encuentro en el fondo de esta un sobre que compré en la Ultratrail de Suiza. Un sobre que un hombre majísimo me vendió asegurandome que era mano de santo, vamos...un chute en vena. "Ultra Pro Kompetition Formula" 45 gramos de polvo blanco suizo.
Como tantas veces he visto en las pelis bélicas con la famosa Sulfamida, cuando el soldado herido con una terrible herida abierta grita de dolor mientras un compañero abre el sobre y echa los polvos directamente sobre la herida para evitar la infección, yo abro el sobre y echo los polvos blancos en el bidón.
400 ml de agua directamente para dentro, a la "herida abierta". A matar la Pájara.
De trago. Según dice el sobre, sabor neutro. El sabor neutro me sabe a rayos.
Destrepo por las piedras e intento corretear un poco cuesta abajo. Me encuentro bastante mejor. Pero las piernas se quejan mucho. Toca andar.
Las dudas me asaltan. ¿qué hacer? los 65 kilómetros se me antojan gigantes hoy.
En esto, recibo un sms...Iñaki me escribe..."Tengo preparada la base para pastini arrabiata-funghi-siciliana, tojunto, para comer hoy, os apuntais?"
Se hizo la luz, lo vi claro. Nunca un sms me ha "llenado" tanto y nunca en un momento más oportuno.
Ignorando el dolor de patas corro cuesta abajo para llegar cuanto antes a la estación de Urnieta. Veinte minutos de espera y el tren a Donosti. Gracias Iñaki.
Al final solo he sido capaz de aguantar 32 kilómetros con el cuerpo serrano de hoy. Bueno.
Hacía mucho tiempo que no experimentaba un episodio igual. Desde mis antiguas cabalgadas en bici no recordaba un sensación parecida. El Vacío. Un querer y no poder. Una mala compañera para un día tan largo.
Al comienzo de este post lo escribía, tener reservas para aguantar en los momentos criticos...Unos últimos días de nervios, de una rápida, escasa y mala alimentación y un exceso de confianza, supongo que han podido ser los culpables de esta ave de rapiña. La Pajara.
Como os digo, hay que alimentarse bien, tanto física como espiritualmente y estos tipos de Seattle saben de una dieta diez.
Me encanta su nuevo disco "Mirage Rock".