Cross de Idiazabal

Muchas veces las pruebas en las que nos inscribimos no son mas que excelentes excusas para a posteriori pasar el día con unos buenos amigos.

Ayer domingo, tempranito, cuando cogimos el coche para dirigirnos hacia Idiazabal el termómetro marcaba solamente dos grados. Y a la altura de Tolosa, 25 kilómetros después, nevaba copiosamente. Por un momento pensé que no llegábamos al destino.

Pero a medida que nos íbamos acercando a Idiazabal, el tiempo mejoraba. Curioso, estando como esta mucho mas al interior y mucho mas elevado.
Pero eso sí, el frío seguía siendo importante.

La carrera: 10,2 kilómetros, tres vueltas a un circuito urbano, no faltos de alguna que otra buena cuesta, que hacían la prueba un pelín dura.
Durante la semana habíamos encadenado bastantes días seguidos de entrenamientos tanto en monte como en asfalto y me notaba las piernas pesadas. No era día para excesos.
Como es costumbre en muchas pruebas de mi provincia, se aprovecha la masiva asistencia de corredores y acompañantes foráneos, para organizar eventos paralelos. Eventos que normalmente son gastronómicos-culturales.
Ayer en Idiazabal también los había. Entre ellos los puestos de las consabidas tortitas de maíz (talos) con relleno de panceta, queso o chorizo.

Frío, una carrera que se antojaba a un ritmo fácil y bastante hambre, hicieron que 20 minutos antes de comenzar me zampase un delicioso talo con chorizo doble.

Delicioso.

Comienza la carrera y a penas llevábamos dos mil metros Silvia empieza a notar un dolor intenso de piernas acompañado de un malestar general. Le resulta difícil coger un ritmo fácil. Quizás han sido demasiados kilómetros a lo largo de la semana y lo esta pagando. Se agobia. Y decide tras pasar por primera vez por la meta retirarse. Decisión acertada.

Tras este contratiempo me encuentro corriendo solo y bastante detrás. Me quedan 7 kilómetros y decido apretar de verdad para cogerles a los dos amigos que nos precedían. Empiezo a pasar corredores, hasta 50, le alcanzo a Iker y cuando me decido a ir a por Eli, a falta de poco mas de dos kilómetros, el chorizo, o tal vez el talo, me empiezan a llamar desde el interior del estomago.
A llamar a gritos.
Claro, el talo y el chorizo eran un buen complemento a un ritmo cómodo. Pero no a este.
Como puede ser que una cosa tan deliciosa se convierta en un bomba de relojería, en tan poco tiempo. jejeje
Reculo a poco del final, el problema no pasa a mayores y entro en meta un poco contrariado.
Esto me pasa por ir de sobrado.

Como de costumbre lo mejor del día la compañía y la comida posterior.

Repetiremos.

Col.